lunes, 29 de diciembre de 2014

El hijo del viento -Hennig Mankell-


“Soy un niño”, se dijo. “He viajado demasiado lejos. Mis padres y las demás personas con las que vivía están muertas. Y aunque así siguen vivos. Aun así me son más cercanos que el hombre llamado Padre y esa mujer que no se atreve a aproximarse a mí lo suficiente para que pueda tocarla. Mi viaje a sido demasiado largo. Estoy en un desierto que me es ajeno y los sonidos que me rodean me resultan extraños”
Este es uno de esos libros que se prende en tu mente y corazón, que parece haber sido escrito para que, una vez leído se quede para ser recordado siempre, dando una gran lección. ¡Magnifico y estremecedor!
Un sueco de nombre Hans Bengler, quien al abandonar sus estudios de medicina, decide viajar a África, con la intensión de encontrar un insecto extraño, que aun no haya sido descubierto y así hacerse famoso con este. Luego de una ardua y prolongada travesía por el desierto de Kalahari, llega a una pequeña estación de comercio, donde es recibido por otro sueco, llamado Wihelm Andersson. Una mañana, Andersson trae consigo a un niño que ha quedado huérfano. Bengler impresionado al ver al niño, impulsivamente decide adoptarlo y llevarlo con él de regreso a Suecia, y desde ese momento le da el nombre de Daniel.
Durante el viaje de vuelta, Bengler se topa con una tras otra dificultad y prejuicios hacia el pequeño, de la cual trata de sacar provecho por la falta de dinero y a la vez hacerse de buena fama. Mientras tanto Daniel, o Molo como en realidad se llama, se siente solo, triste, traicionado y sobre todo, ansía volver a África.
“Fue una espera sin contenido, sin desasosiego, sin sueños, como si fuese una losa plana y fría por dentro…

Aquí estoy, aunque no tengo idea de dónde.”


Li.Lo.

viernes, 19 de diciembre de 2014

EL INQUILINO -Javier Cercas-



Esta es la historia de Mario Rota, un profesor español de Filología italiana en Estados Unidos. Todo le iba mediocremente bien hasta la llegada  de un nuevo inquilino al inmueble donde vive, que resulta ser otro profesor universitario como él. Mario se desequilibra de tal modo ante el nuevo inquilino, al que verá como una amenaza a su cómoda y gris existencia, que comenzará a redoblar su ya de por si extraño comportamiento. Le irá pasando de todo, completamente obsesionado. Ahora en total estado paranoico, su actuar sobrepasará el más absoluto patetismo ante la mirada primero extrañada y luego estupefacta de los demás, vecinos y compañeros de universidad, de la que depende su sustento, para colmo.  Una novela entretenida, pero sobre todo hace de espejo para que, tanto el lector como Mario, hecho una mirada a su alrededor y sobre sí mismo y ponga especial atención sobre su propia conducta.


Li.Lo. 

lunes, 15 de diciembre de 2014

En el café de la juventud perdida -Patrick Modiano-


“Quería evadirse,  huir cada vez más lejos, romper bruscamente con la vida vulgar para respirar el aire libre.”

La historia inicia en el café Condé, en París de los años 60, en donde se reúnen estudiantes, poetas y otras personas sin futuro exitoso.  La historia que se desarrolla es una mezcla de relatos intercalados de personas que en algún momento vieron sus vidas rozarse, y a la vez resulta ser una especie de novela policiaca, de cualquier forma esta historia tiene un toque muy especial, y es la nostalgia que envuelve la vida de cada uno de los personajes y ese personaje principal, Louki (como deciden llamarla, sin saber en realidad cual es su  verdadero nombre), una chica peculiar y enigmática  que hace que sus compañeros de vagabundeo se ven envueltos en encuentros y perdidas y quien se vuelve una especie de deseo inalcanzable.  Una hermosa novela sobre el poder de la memoria  y la búsqueda de identidad. 


Li.Lo.

sábado, 6 de diciembre de 2014

LA SOLEDAD DEL CORREDOR DE FONDO -Allan Sillitoe-



“… Porque cuando una mañana helada y con niebla me levanto a las cinco y me quedo temblando de pie sobre el suelo de piedra y a todos los demás les queda todavía otra hora de roncar antes de que suele la campana, voy escaleras abajo y cruzo los pasillos hasta la enorme puerta con el permiso para salir a correr en la mano, me siento como el primero y el último hombre de la tierra, los dos a la vez…”

La soledad del corredor de fondo, es un breve relato que produce una grata y fresca sensación al leerlo, como si Colin Smith, que es el personaje principal, te llevase consigo a disfrutar de esas corridas mañaneras, este chico es un joven delincuente, y en confesiones hace es un manifiesto de dignidad, realidad y sobre todo la firmeza y seguridad de lo que se piensa, y se quiere hacer. Todo bajo el manto de la pasión de un magnifico corredor de fondo.


Li.Lo. 

viernes, 5 de diciembre de 2014

LA NIÑA DEL ARROZAL -José Luis Olaizola-


“Querida niña del arrozal, te llaman así, ¿no?, ten por seguro que no vas a volver al prostíbulo”…

Este es un relato tan realista, triste como estremecedor. Es la historia de Wichi, una niña tailandesa, que hasta sus doce años de edad ve su felicidad desvanecer y su vida cambiar drásticamente. Primero sufre al ver a sus padres discutir y pelear constantemente  a causa de las ambiciones y vicios de su madre, lo cual provoca que su padre las abandone. Mientras Wichi sufre por el abandono de sus padres, porque la madre también se desentiende de ella, la pequeña cuenta únicamente con el cariño y cuidado de Siri, una sirvienta que atiende en casa de la niña, más por compasión y único deseo de protegerla, que por dinero, ya que no hay quien le pague un centavo. Así pues, cuando un día la madre muere por enfermedad, la niña cae en manos de la abuela materna, la cual no único que quiere es prostituir a la péquela, venderla al mejor postor y así obtener mucho dinero. Siri al darse cuenta de esto, decide escapar con Wichi para evitar que le arruinen la vida. Es así como ambas huyen aventurándose en nuevas vivencias que las llevan a trabajar en un arrozal en donde son bien recibidas y se sienten a gusto.  Es allí donde la llegan a llamar la niña del arrozal. Pero al cabo de un tiempo la abuela las localiza y llegan a por la niña y encierran en una prisión a Siri. Ambas sufren la separación y temen lo peor la una de la otra. Llegado a este punto todo parece perdido, pero el destino (y la fe que las  dos le profesan a su Dios personal) se encarga de que, después de tanto sufrimiento, la vida les vuelva a sonreír y todo cambie por fin para bien.


Li.Lo.

martes, 25 de noviembre de 2014

La librería -Penélope Fitzgerald-


Esta es de las lecturas que te dejan esperando algo que nunca llega, y que te hacen dar un bufido de aburrimiento, decepción y molestia. ¿Por qué? Bueno, porque para empezar el titulo y la idea del relato, ¡es sobre libros!, y el relato es cualquier cosa menos eso, es más, tan lejos esta de la pasión de leer que el titulo debió ser algo así como “aprender a llevar a cabo un negocio” o “Que no hacer para tener un negocio de éxito” pues es sobre eso en realidad que trata el libro. Florence, el personaje principal es una mujer que decide un día poner una librería en un pueblo tan viejo, lejano y olvidado, en donde la poca gente que vive en la región a penas tiene para sobrevivir, cuanto menos para comprar libros. Cabe resaltar que Florence no lee, pues aunque menciona en algún capitulo que le gustan los libros, en ningún momento hace mención o referencia de título alguno, es más, cuando alguien le sugiere que ponga en venta “Lolita” de Nabokov (que es prácticamente el único libro que se menciona), ella que no ha leído el libro y que no sabe si gustará o no a los visitantes de su negocio, pide a un viejo de la región que lo lea y le diga si vale o no la pena poner algunos ejemplares a la venta.  Para colmo, Florence tiene como único ayudante en la librería a una niña de once años, que odia los libros y obviamente el acto de leer, pero que es buena poniendo en orden el negocio. De cualquier forma para Florence todas las cosas se complican, pues hay ciertas personas con dinero y poder que quieren que el proyecto de la librería desaparezca, por lo tanto buscan de todas las formas posibles causar toda clase de inconvenientes para que la librería cierre, y sin mucho esfuerzo lo consiguen.  A mi gusto y pensar, no hay nada en el transcurso de la lectura que te haga disfrutar del mismo. Delusorio.


Li.Lo.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea -Annabel Pitcher-


Papá quiere que Rose esté viva y que Jas tenga diez años, pero lo que tiene es a mí. Yo tengo la edad que él quiere pero soy chico, Jas es chica pero no tiene la edad que él quiere, Rose es chica y tiene la edad que él quiere. Pero está muerta. <<Hay gente que nunca está satisfecha>>…

Esta es una estupenda historia relatada en voz de Jaime, un niño de diez años que cuenta como alguna vez tenía una familia y se sentía feliz, pero luego de un atentado terrorista en Londres una de sus hermanas muere y ello hace que su familia se desintegre: su madre se va a vivir con su amante y los abandona, y su padre se vuelve un alcohólico empedernido que además de beber no hace otra cosa más que idolatrar una urna con las cenizas de la fallecida, olvidándose de sus otros dos hijos. Paso a pasito Jaime cuenta de forma encantadora, tierna, divertida y a la vez estremecedora como transcurren sus días en medio de problemas, miedos, angustias, esperanzas que se rompen poco a poco, y como en contra de la mentalidad y las reglas que su padre le impone, conoce a una niña musulmana que se convertirá (además de su hermana Jas) en su única amiga y aliada que le ayudará a resistir el hecho de tener un padre alcohólico que no logra superar la perdida de una hija, y sobre todo el dolor de que su madre los haya abandonado.
Un relato perfectamente escrito y recomendado para lectores grandes y chicos, pues además de que esta escrito con un lenguaje sencillo, envuelta de humor y ternura, está cargado en buena medida de sentido común, pero sobre todo hace un especial énfasis en ciertos conflictos como los prejuicios raciales, las problemáticas de la niñez y adolescencia, incoherencias de los adultos, etc.
“Me trague toda la duda y roda la desilusión  y todo el enfado, y por poco se me atascan en la garganta, como esas pastillas de vitaminas que cuesta pasarlas hasta con agua.”
Definitivamente esta es de las lecturas que se logran deleitar de principio a fin, dejando en la memoria su huella para ser recordada largo tiempo.


Li.Lo

domingo, 16 de noviembre de 2014

El primer café de la mañana -Diego Galdino-


Yo solo quiero tomar contigo el primer café de la mañana, me basta con eso. Pero tiene que ser cada mañana, durante el resto de nuestras vidas. ¿Te apetece?
Una novela que entretiene y divierte, no solo por el tema principal que es la pasión y deleite por el café sino porque, entre el drama y humor de una historia de amor, toca con delicadeza diversos sentimientos y conductas humanas, que tantas veces pasamos por alto y que después de tropezar con un error tras otro, entre quejidos, disgustos y enredos, nos damos cuenta al final de cuan importantes son.

Una novela de aroma irresistible y sabor intenso que dejará al lector con un sabor de boca inmejorable. 


Li.Lo.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Las pequeñas virtudes -Natalia Ginzburg-


“Los sueños no se realizan jamás, y apenas los vemos rotos, comprendemos de pronto que las mayores alegrías de nuestra vida están fuera de la realidad. Apenas los vemos rotos, nos oprime la nostalgia por el tiempo en que bullían dentro de nosotros. Nuestra suerte transcurre en este alternarse de esperanzas y nostalgias.”
Una serie de once relatos de temas diversos pero que en común comparten  una mirada analítica y sobre todo humana. Belleza espontanea, tenacidad y perspicacia reflexión, hechos relatos para recordar: Los zapatos rotos, Relato de un amigo, Él y yo, El hijo del hombre, Silencio, Las relaciones humanas (oh, maravillosa) y Las pequeñas virtudes. Esplendida obra literaria.


Somos demasiado conscientes de nuestra debilidad, demasiado melancólicos e inseguros, demasiado conscientes de nuestros defectos: hemos mirado demasiado a nuestro fondo y hemos visto en nosotros demasiadas cosas.


Li.Lo.

martes, 11 de noviembre de 2014

Historia de un idiota contada por él mismo -Félix de Azúa-


Leer este libro no evitará la idiotez, pero ayuda a prevenirla.
“… Decidí entonces, a los cinco años de edad, ser el perfecto simulador de la felicidad, un profesional de la dicha, y simultáneamente comencé mi célebre investigación acerca del conocimiento de la misma.”
Víctima de la insensatez zoológica de la segunda posguerra europea. El personaje de este relato es alguien que se empeña en una afanosa y monotemática investigación de la felicidad, que le conduce fatalmente a la ruina.

Fragmentos de cuerpos, de objetos, de pensamientos. Un mundo hecho pedazos, de imposible recomposición, esparcidos sin orden en el teatro ruinoso de mi memoria. La visión de un idiota. 



Li.Lo.

lunes, 10 de noviembre de 2014

¿Qué me quieres, amor? -Manuel Rivas-


Todo conectaba, todo tenía sentido. La hierba, la lana, la oveja, mi frío.
Una serie de relatos con una fuerte dosis de dureza y seriedad, por el dolor y soledad que desencadena cada historia.  Sin embargo, como todo en la vida (a mi parecer) en medio de las penas, tristezas y dificultades siempre hay un atisbo de esperanza, ternura y en algunos casos hasta algo de buen humor, que muchas veces suele ser para muchos una posible salvación de los males del mundo… El gran misterio de las relaciones humanas.

Entre los relatos más estremecedores o al menos para mí, las historias que te dejan un sentimiento y huella profunda están: ¿Qué me quieres, amor? (desde luego), La lengua de las mariposas, Solo por ahí, Las cosas, La llegada de la sabiduría con el tiempo. 


Li.Lo.

martes, 14 de octubre de 2014

El corazón es un cazador solitario -Carson McCullers-

 “Parecía estar tranquilo pero meditativo, algo que a menudo se descubre en las caras de las personas muy tristes o muy juiciosas. Pero él seguía vagando por las calles de la ciudad, siempre silencioso y solo.”

La novela recoge las pequeñas tragedias y sueños de una pequeña ciudad sureña de la que nunca se nos dice el nombre, a través del suceso de varios individuos. Cualquiera de estos personajes representa un mito suficiente, en especial cinco de ellos: Mick,  una chica de catorce años enamorada de la música, que se pierde entre los árboles para soñar y cuida de sus tres hermanos pequeños. Blount  un iluminado que va de pueblo en pueblo tratando de despertar las mentes de los oprimidos y cayendo y levantándose del alcohol y los arrebatos de ira. El doctor Copeland un médico negro que se ha entregado a su comunidad, pero que vive atormentado por una lacra de su pasado: pegó a su mujer y ella y los niños lo abandonaron. Este hombre se arrastra con su tuberculosis para no dejar a ningún miembro de su comunidad desatendido, y lo que consigue es que la injusticia racial siegue los pies de su hijo. Biff Branon  el dueño del bar donde todos se emborrachan en algún momento. Es un buen tipo, pero algo hay en su comportamiento hacia Mick que nos mantiene en guardia contra él, y que nos hace sospechar de su paciente y hábil trato con los niños pesados. Y, en fin, el mudo míster Singer (confieso, mi personaje predilecto), una especie de conciencia superior que a todos produce admiración y sosiego. A veces parece uno de esos que al final de la película vuelven a subir al cielo: es simpático, cauto, listo, respetuoso, leal, digno…, y no dice una palabra. Es el hombre blanco que los negros desearían, y el ciudadano medio que los revolucionarios buscan, y el padre equilibrado que comprende a las muchachas que quieren ser artistas. Pero también él tiene un cazador solitario en sus entrañas, como todos los personajes, una fijación incomprensible que sin embargo da sentido a la vida entera.
“Hablaban, porque tenían la sensación de que el mudo nunca dejaba de comprender lo que querían comunicarle. Y tal vez más aún”.
Y bueno, quizá lo que más me estremeció de la novela fue la denuncia de las condiciones de los negros o las del resto del género humano, o la capacidad de captar lo más íntimo de cada personaje, de estos cinco protagonistas y de otros que se quedan igual de impresos en la memoria: Portia, la hija del doctor Copeland, una mujer de cuerpo entero, ingenua y decidida, alegre y entregada a su familia; el mudo Antonopoulus, la prueba definitiva de que el afecto no depende de lo que nos ofrecen sino de lo que necesitamos; incluso la niña que resulta herida de un disparo, que no la mata pero arruina una familia.
McCullers no necesita cientos de personajes. Le basta con el elenco habitual de media docena de mitos claros y otros cuantos secundarios. Ni siquiera establece una raya de protagonismo que nadie pueda sobrepasar. El mudo Singer y la niña Mick parecen llevar el grueso de la narración, pero esa proporción de los protagonismos no hace sino fortalecer la impresión de verdad. No hablo de verdades meramente crudas u objetivas, ni tampoco de verdades ideológicas o informativas. La verdad que practica McCullers es la que nace de la comprensión, y de esta brota la ternura, la emoción. Todos los personajes son víctimas de algo, principalmente de la soledad. La novela parece una de esas pandillas complejas de gente que naufragó en lo que podría llamarse una vida normal. Son rotos que se juntan con descosidos y entre todos componen una digna vestimenta con la que enfrentarse a la miseria.
La prosa de McCullers es tersa, limpia, clara…, hermosa. Una lectura que refleja el mundo vencido que vibra en la novela como un lamento ahogado.

“…. De pronto, sintió que algo se aceleraba dentro de él. El corazón le dio un vuelco y tuvo que apoyarse en el mostrador para no caer… Contempló su propio rostro reflejado en el espejo de atrás… El ojo izquierdo escudriñaba, semicerrado, el pasado; mientras que el derecho se desorbitaba de temor frente a la oscuridad del futuro, el error y la ruina. Y él estaba suspendido entre la luz y las tinieblas. Entre la amarga ironía y la fe”…


Lula Carson Smith (Columbus, Georgia; 19 de febrero de 1917 – Nyack, Nueva York; 29 de septiembre de 1967), conocida como Carson McCullers. Su ficción explora el aislamiento espiritual de los inadaptados y marginados del Sur de los Estados Unidos de América. Es, también, una pionera del tratamiento de temas como el adulterio, la homosexualidad y el racismo.




Li.Lo.


sábado, 11 de octubre de 2014

La media naranja -José Alcalá Galiano-


"Parece que los hombres, al estudiar la gramática en el colegio, han aprendido de memoria una declaración para encajar en todas ocasiones. Todos dicen lo mismo; todos se mueren por ti; te dicen que no duermen, que no comen, que sueñan contigo; te llaman ángel, diosa, y luego en la mesa del café se ríen de su farsa  y de tu credulidad, ¡cuántas veces su comedia suele ser nuestro drama!"

Esa caprichosa providencia que suele llamarse “casualidad”, cuando esta acontece, como en este caso: un ambicioso realizado sus planes, una mujer  sacrifica su felicidad, un poeta pierde su ideal.  La dicha humana pende de un hilo, se sujeta a un soplo y queda ligada a un minuto.
…Ese es el mundo: Una serie de engaños, una serie de contrastes y una serie de fatalidades.


Esta es una espléndida novela breve, con mucho drama y romanticismo, sí, pero sumamente ingeniosa y divertida. Garantizo el deleite hoja por hoja.  


Li.Lo

jueves, 9 de octubre de 2014

La pasión según G. H. - Clarice Lispector-


Nunca se llega a saber el nombre y apellido de la protagonista– G.H. es una mujer independiente, que tiene como hobby la escultura, y está bien relacionada en los círculos más influyentes de Río de Janeiro. Un día, sola en su ático, encuentra de repente una cucaracha. Esto provocará en ella arcadas de repulsión y un caudal de reflexiones íntimas, algunas hasta entonces desconocidas para ella misma, sobre sus sentimientos, miedos, angustias, dudas...
G. H. iniciará su viacrucis particular, constreñida entre las paredes de su propio hogar, recorrerá su camino sagrado a lo largo de los pasillos de su apartamento para llegar al único rincón que le es ajeno: la habitación desnuda de la criada, al fondo de la casa. Y en ese cuarto descubrirá, pintadas en el muro, las siluetas de un hombre, una mujer y un perro. Pero también, en el armario de la criada encontrará una cucaracha, que le traerá a la memoria su infancia mísera. “El recuerdo de mi pobreza de niña, con las chinches, las goteras, cucarachas y ratones, era como de un pasado mío histórico, yo había vivido ya con los primeros animales del planeta.”
Insistirá G. H. en observar a la cucaracha hasta afirmarse a sí misma redimida por el líquido blanco que supura del caparazón roto. Porque la cucaracha y G. H. pronto van a ser de la misma materia. De ahí que la unidad de la narradora no se complete hasta haberse alimentado de la cucaracha como se va a alimentar de las carnosidades de su vida reciente. La mirada de Lispector sobre la cucaracha es, o dicho de otra forma, esa especie de metamorfosis tan ligada a la de Kafka: tenaz,  vomitiva y sobre todo esa forma de desahogo sanador cuando el tiempo acaba. Lispector, a través de su protagonista G. H., posa sus ojos sobre la desnudez y el asco y no se detiene hasta salir purificada de la pesadilla de su pasado. La autora nos había advertido al inicio del texto: “Este libro es como cualquier libro. Pero me sentiría contenta si lo leyesen únicamente personas de alma ya formada.” A lo cual cabe añadir que es un libro para unos pocos, para los que se atreven a contemplar el abismo de un ser que se encierra en sí mismo para reconocer su náusea y volver a recrear el ritual del renacimiento y la esperanza. Lispector convierte en aliento poético y visionario el proceso de narrar la “experiencia interior” y se deja dominar, al tiempo que nos domina, por el vértigo de la nada y por el destilar de lo vivido. Y esa supuración de lo vivido, tal como le acontece a G. H., impide la vida y paraliza la acción como el líquido blanquecino de una cucaracha maltrecha nos horrorizan, a menos que la cucaracha y el espanto puedan alojarse en algún lugar de nosotros.

Clarice Lispector se relaciona más que nunca con el exilio radical que la acompañó a lo largo de su obra, La pasión según G. H. Hija de unos humildes judíos rusos afincados en Recife, cabría ver en su escritura ese estado de “malestar” judío que se resume en las palabras de Clara Malraux: “Ser judío quiere decir que nada nos es dado”. El propio nomadismo y desclasamiento de Lispector (se casó con un diplomático pero siempre escribió desde una desubicación esencial) es el rumor de fondo que discurre bajo el discurso de la escritora G. H., a la búsqueda de una identidad: “Lo indecible me será dado solamente a través del lenguaje”. La escultora y mujer de mundo G. H., ahora recluida en su apartamento, se habla a sí misma, mientras aprende a redesignar el mundo, y se dirige a un lector imaginario y por fin a su Dios desde el cuarto vacío de la criada. El desdoblamiento de la narradora y su búsqueda de sentido mediante el acto del habla, constituyen el único territorio seguro frente al desmoronamiento de lo real.


Li.Lo. 

martes, 30 de septiembre de 2014

La balada del café triste -Carson McCullers-


…El corazón herido de un niño se encoge a veces de tal forma que se queda ya para siempre duro y áspero como el hueso de un melocotón. O al contrario, es un corazón que se ulcera y se hincha hasta volverse una carga penosa  dentro del cuerpo, y cualquier roce lo oprime y lo hiere.”
La balada del café triste, título de la historia principal, recoge siete relatos: La balada del café triste, Wunderkind,El jockey, Madame Zilensky y el rey de Finlandia, El transeúnte, Dilema doméstico, Un árbol. Una roca. Una nube. Cada uno de ellos es un pequeño microcosmos de la temática recurrente de Carson: la soledad, el aislamiento asociados con el amor y la importancia de las relaciones triangulares insostenibles.
En La balada del café triste encontramos distintas voces que se mezclan, tragedias en el mundo adulto, la inocencia engañada, mucho whisky y lugares donde la soledad se acentúa. Personajes que buscan algún lazo aunque sea en vano para engancharse, para enganchar su vida a algo o alguien.
Lula Carson Smith, novelista, cuentista y dramaturga, nació en Georgia en 1917. Su vida está marcada por una enfermedad de infancia mal curada y por el matrimonio con James Reeves McCullers, que fue, a la vez, la relación más solidaria y destructiva en la vida de Carson. Ambos tuvieron dificultades compartidas: alcoholismo, ambivalencia sexual y tensiones generadas por la envidia de él hacia ella.
A los cincuenta años, Carson muere a causa de un ataque, no sin antes empezar su autobiografía, Iluminación y fulgor nocturno, donde declaraba: "Pienso que es importante que las futuras generaciones de estudiantes sepan por qué escribí ciertas cosas; pero a mí también me importa saberlo".   

"Entre los parroquianos había una mujer alta y fuerte como una giganta y, pegado a sus talones, un jorobadito. Los observé una sola vez, pero fue al cabo de una semanas cuando tuve la iluminación de The Ballad of the Sad Cafe".

Una de las características más destacables de la narrativa de Carson McCullers en comparación con todos los escritores norteamericanos del siglo XX es que la frontera entre la ficción y la realidad es muy borrosa. "Todo lo que sucede en mis relatos, me ha sucedido, o me sucederá". La visión se convierte en iluminación. La giganta se convierte en Miss Amelia, el jorobadito en el primo Lymon y Carson los mezcla con su propia vida, con ese triángulo amoroso que aconteció en su vida; claro que no solo nos deja entrever un retazo de su biografía sino que la exagera, la proyecta hacia la poesía de la prosa creando un universo ambiguo y lírico donde la melancolía se nos aparece sin cesar.

Carson, con su narración llena de sensibilidad rememora la adolescencia y la infancia, nos presenta cuentos que ya no son para niños. Los personajes rozan lo grotesco, lo inquietante y lo estigmatizado. 


Li.Lo.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Jakob von Gunten -Robert Walser-

Cómo entender el poder irresistible de una escritura que no desea la grandeza, que se concentra en nimiedades que siempre elude las “verdades”, los “hechos”, las “lecciones” que nutren a tantos libros gordos y célebres.

¿Un libro raro? No, yo diría que es un libro muy especial. Un libro con el sello incomparable de Robert Walser. Con lo mucho que me gustan sus obras. Es un placer poder leer la descarnada  ternura de la inconsciencia de Robert Walser y su inocencia tan al desnudo como en Jakob von Gunten, con sus saltos desde lo banal, desde las realidades encantadas que es capaz de ver o que directamente se inventa, hacia las trascendencias más sombrías.
Jakob von Gunten es un jovenzuelo consentido, aunque su nobleza de espíritu y su burbujeante atractivo son capaces de desarmar a la misma persona a la que le haya mostrado su insolencia. El joven Jakob von Gunten se ha inscrito en la Escuela de Muchachos Benjamenta, un instituto cuyo fin es formar buenos sirvientes: mayordomos sumisos y eficientes, mozos de celos apropiados. Al parecer Jakob es un adolescente que lleva un diario o por lo menos un cuaderno de notas. Su vida es tediosa, mediocre como se espera de un alumno de Benjamenta, aunque Jakob no sólo se entregue a la disciplina y el vasallaje sino también a incontables reflexiones y fantaseos.  Jakob provoca por gusto y diversión, con insolencia candorosa, si tal cosa pudiera existir. A él le gusta sentirse oprimido para poder escaparse y hacer su sacrosanta voluntad, le gustan las prohibiciones para poderse fabricar el placer de saltárselas (los reglamentos platean la existencia y quizá hasta la doran, en pocas palabras: que la llenan de atractivo. La prohibición de llorar, por ejemplo, engrandece el llanto) y, sin embargo, respeta la respetabilidad, la autoridad y el lujo sobre todas las cosas. Jakob von Gunten es una paradoja con patas, pasa de la desdicha profunda (permaneciendo así, en total inactividad, uno siente de pronto cuán penosa puede ser la existencia) a la alegría (una carcajada es un trozo de yesca, algo que enciende nuestros fósforos interiores).
Nada hay que averiguar o que vislumbrar en las diabluras excesivas de Jakob salvo su voluntad de empequeñecerse, de no ser muy interesante ni memorable, y en cambio meramente distraerse, pasar el tiempo en el perfeccionamiento de su propia existencia, entendido literalmente: no ser “mejor”, no ser “más grande”, sino dejarse ser. Esta voluntad de despojamiento deja la impresión de un enigma distinto de los habituales, más allá de lo que las propias palabras pueden decir. Jakob von Gunten es, por lo tanto, una búsqueda –distinta– de los límites del lenguaje.
Cita:
 “Los verdaderos hombres, los seres humanos de verdad no son jamás visiblemente bellos. Un hombre que lleve una barba realmente hermosa o es un cantante de ópera o el jefe de sección, bien remunerado, de algún gran almacén. Los falsos hombres son, por regla general, hermosos“
 “¡Qué difícil es expresar con vivacidad lo bueno y lo delicado!  Aquí uno está ya agradecido a la modesta vida que lleva, agradecido siempre un poco el vivir aguijoneando y sometido por la prisa. Quien puede malgastar su tiempo ignora lo que este significa, es el ingrato autentico y necio.”

“Tal vez los hombres de hoy seamos todos una especie de esclavos, dominados por una concepción del mundo enojosa, innoble, flagelante.”


Jakob von Gunten ha sido llevada al cine ya en dos ocasiones. La versión más reciente es Instituto Benjamenta, o Ese sueño que la gente llama vida humana (1995) de Stephen y Timothy Quay, que es un filme extraordinario: una relectura literal, y a la vez onírica, de la novela. 


Li.Lo

viernes, 5 de septiembre de 2014

Y entonces sucedió algo maravilloso -Sonia Laredo-



La magia de los libros y las segundas oportunidades en una novela que enamora.



Brianda Gonzaga, la protagonista, es una editora de éxito que ha vivido de lleno en el trabajo. Cuando la vida le da una bofetada inesperada, busca consuelo en quienes nunca le han fallado: los libros.  A partir de entonces, Brianda decide hacer un viaje lejos, desconectándose de todo y de todos. 

La casualidad la lleva así hasta un mundo de ensueño, un lugar que parece un paisaje pastoril. Un tablero fijado junto a la carretera le indica que hay una librería en venta, y hacia allí, hacia los libros se encamina nuestra protagonista.
En cuanto Brianda entra en la Librería: Locus Docendi , se siente en casa: «La estancia era inmensa, los techos abovedados le conferían un aspecto de capilla, iluminada por un gran ventanal de cristales esmerilados. Los libros cubrían por entero las paredes. Los lomos, de distintos colores y texturas, creaban un ambiente poético y místico».
Don Lorenzo, el librero, es el dueño y señor de ese santuario dedicado a la literatura y al encuentro con los lectores. Un solitario que vive acompañado de una multitud: los 30.000 escritores que habitan en las estanterías de su librería.
Allí es donde Brianda entierra su desasosiego. «Mientras mis manos fuesen capaces de abrir un libro, un mundo entero aguardaba para mí».
Y entonces sucedió algo maravilloso: un secreto, un amor inesperado, las infinitas enseñanzas que regalan los libros, la amistad y sí..., también un poco de sexo.
Cada página está plagada de referencias a libros y autores. Montones de libros y autores que,  conforme avanza el relato, este va despertando recuerdos en la memoria, evocando emociones, tocando fibras aletargadas durante años que se van estremeciendo y produciendo un inmenso placer cerebral. Desde los hermanos Grimm (sobre todos estos), Hans Chirstian Andersen, Mark Twain, Cervantes o de Edgar Allan Poe hasta montones de poetas y filósofos. Personajes de novelas, títulos y pequeñas frases de diferentes obras, van desfilando a lo largo de las páginas de la historia que la autora cuenta. Una historia interesante que no decae en ningún momento, con una fantástica ambientación que ves y sientes, un elenco de personajes que respiran vida (¡ay, ese Don Lorenzo!) y una voz narrativa que mantiene el interés del lector de principio a fin.
“…Al poco, en cuanto fui capaz de leer de corrido, caí rendida ante el poder de las buenas historias”.

Y sucedió eso maravilloso… cuando yo leí este libro. Un ramalazo de sensaciones felices directo al cerebro.



Li.Lo.

domingo, 31 de agosto de 2014

Los hermanos Tanner -Robert Walser- (reseña)



 “No le deseo a nadie ser yo. Solo yo soy capaz de soportarme. Saber tanto, haber visto tanto y no decir nada, absolutamente nada.” 

Los hermanos Tanner es una de las principales obras de la juventud de Walser, la cual escribió a los diecinueve años. Simon Tanner, su protagonista, es un joven idealista y soñador, incapaz de estudiar o de hacer algo de provecho.  Al igual que Bartleby se oponía a cualquier forma de acción, Simon se niega a estarse quieto, a rendirse a la comodidad, la conveniencia o la rutina, lo que le impide permanecer más de dos días en un mismo empleo.
“—No tengo tiempo de quedarme en una sola y única profesión —replicó Simón—, y jamás se me ocurriría, como a muchos otros, echarme a descansar en un oficio como en una cama de muelles.  No, jamás lo conseguiría, ni aunque llegase a tener mil años.
En Los hermanos Tanner, puede dar la sensación de que no ocurre nada, que los paseos no te llevan a ningún sitio, sin embargo, podemos encontrar a un hombre avanzado a su tiempo e incluso al nuestro, en donde el autor (Robert Walser) se magnifica como tal, hablándonos con la misma naturalidad sobre infidelidad, incesto, homosexualidad, arte y, ante todo, de paseos y la sensación que producen los mismos.
La actitud de Simón de pronto desagrade  a muchos, sin embargo ese personaje tan singular, les aseguro, los mantendrá enganchados de principio a fin. Ese infatigable caminante y vehemente conversador; fantasioso, apasionado, impredecible, descarado y, emocionalmente, Simón es una persona sin doblez que sólo sabe admirarse con lo que se encuentra y amar sin condiciones ni límites y que, por tanto y desgraciadamente, en una sociedad como la nuestra, está abocado a ser un tipo raro, un disfuncional, un fracasado que, sin embargo, es feliz siéndolo.  “—No quiero un futuro, lo que quiero es un presente.  Me parece más valioso.  Sólo se tiene un futuro cuando no se tiene un presente.”
Los hermanos Tanner es, hasta donde yo sé, una novela indisimuladamente autobiográfica.  La personalidad de Simón es la representación de la de Robert Walser, no sólo su afición por las caminatas o su carácter vagabundo; ambos comparten su ofuscación en pasar sin dejar huella ni crear lazos perdurables o su inestabilidad emocional.  También el resto de los Tanner (Kaspar, artista entregado a su creación; el serio y responsable Klaus, cuya felicidad yace sepultada bajo una avalancha de obligaciones y preocupaciones; Hedwig, una desdichada maestra, resignada a no poder vivir tan libremente como sus hermanos por el hecho de ser mujer; Emil, ingresado en un manicomio) tienen su equivalente entre los hermanos de Robert Walser.
No es de sorprender que un escritor eche mano de sus experiencias personales para crear sus obras, de hecho muchos escritores lo hace. Pero que el autor describa con detalle su propia muerte cincuenta años antes de que suceda es mucho más extraño e inquietante; así describe Robert Walser el momento en que Simón Tanner encuentra el cadáver de un conocido, fallecido mientras daba un largo paseo por la nieve:
“¡Con qué nobleza ha elegido su tumba!  Yace en medio de espléndidos abetos verdes, cubiertos de nieve.  No quiero avisar a nadie.  La naturaleza se inclina a contemplar su muerto, las estrellas cantan dulcemente en torno a su cabeza y las aves nocturnas graznan: es la mejor música para cualquiera que ya no tiene oído ni sensaciones. (…)  Yacer y congelarse bajo las ramas de abeto sobre la nieve: ¡qué espléndido reposo!  Es lo mejor que pudiste hacer.”
Al menos, de las palabras de Simón se deduce que ese era el modo en que Robert Walser quería morir: caminando por la nieve hasta la extenuación, y que la naturaleza fuese su tumba.  Incluso en el último instante consiguió hacer las cosas a su manera.
Lo más fascinante y esplendido de esta novela no es lo que sucede a lo largo de sus páginas ni cómo acabará, sino el maravilloso torrente de literatura que arrastra al lector desde la primera página. Todos los personajes se comportan como en una especie de trance, como si no pudieran ni por un momento sustraerse al asombro de estar vivos.  Todos monologan encadenando una frase brillante tras otra: cómicas, dramáticas, profundas, vitales…
Los hermanos Tanner, nos transporta a un estado casi infantil en el que cada cosa, por insignificante que sea, es capaz de despertar admiración y sorpresa. Un mundo inocente y fascinante en el que la vida es como en realidad debería ser, o como siempre debió haber sido: libre y plena, demasiado hermosa para malgastarla.
“No puedo vivir y despreciar mi vida.  Tengo que buscarme otra vida, una nueva, aunque mi vida entera deba consistir en la simple búsqueda de esa vida.  ¿Qué es ser respetado en comparación con ser feliz y haber satisfecho el orgullo de nuestro corazón?”
“-...En una reunión bien concurrida donde lo importante es manifestarse y agradar lanzando parrafadas brillantes, tú permanecerás siempre mudo porque no tendrás ganas de abrir la boca entre tanto charlatán inútil.”


Li.Lo.

viernes, 29 de agosto de 2014

El oficio de vivir -Cesare Pavese

Según Pavese “el único modo de escapar al abismo es mirarlo, medirlo, sondearlo y descender a él”. Descender a él y en él trabajar. Su lúcida conciencia, su eterno descender al abismo quizás le hizo ver al poeta cosas que jamás logro transformar poéticamente. El descanso al abismo a veces tiene por resultado un olvido que no permite comunicar el secreto; el valor de esa especie de catábasis estaría dado por el silencio. En una de la primeras entradas de su Diario (20/4/36) el poeta nos habla de una elección, “construir en arte y construir en la vida, desterrar la voluptuosidad del arte y de la vida, ser trágicamente”. También señala que la poesía le ha enseñado a dominarse, a recogerse, a ver claro: “La poesía me ha restituido a mí mismo”, y un poco más adelante en la misma entrada del Diario dice: “Excluyendo voluntariamente toda ensoñación voluptuosa y toda pasión (…) ¿No se encuentra aquí también una elección de técnica, una poética?”. La poesía sería la puesta en práctica de un hacer en donde muerte y vida se unen. Esta preocupación que ocupa una buena parte de las primeras páginas de su “Oficio de Vivir” lo llevó a explorar los aires de una región determinada, quizás como un camino previo que determina la búsqueda de lo universal.
La infancia para él es poética porque el hombre maduro que vuelve a ella, la transforma a través de ese retorno. En ese momento de la vida se encontrarían las líneas principales de la futura obra. Primera piedra de la construcción o piedra de locura que jamás se terminará de extraer. La escritura mítica de la infancia no sería representar los recuerdos que se tienen de ella, sino transformar los elementos que los componen de una manera que ellos: paisajes, personajes, se carguen míticamente y se vuelvan símbolos. Así, ese paisaje-mito, por ejemplo, indicaría una zona del conocimiento al que el poeta tuvo acceso. Volver a aquel paisaje de la niñez equivale a querer conocer la verdad que se esconde en él. La tarea del poeta es señalar la fisura a través de la cual se puede ingresar en las cosas que forman su recuerdo y por medio de una práctica escrituraria transformarlos en mitos. Como ocurre con la mayoría de los escritores suicidas, el tema de la muerte fue una obsesión en Cesare Pavese. Pero más allá de esta simple referencia a la temática, su suicidio fue anunciado. En agosto 26 de 1950, un cuarto de hotel fue el escenario para mediante poner fin a su vida. Apenas una inicial, C., decía de un romance condenado al fracaso, fallido. Pavese había escrito antes en “El oficio de Vivir”: “Uno no se mata por el amor de una mujer. Uno se mata porque un amor, cualquier amor, nos revela nuestra desnudez, nuestra miseria, nuestro desamparo, la nada”.

Cesare Pavese. (1908/1950).-
Extractos de “El Oficio de Vivir”:
“No he comprendido todavía qué es lo trágico de la existencia, no me he convencido todavía. Y, sin embargo, está muy claro: hay que vencer al abandono voluptuoso, dejar de considerar los estados de ánimo como fines en sí mismos”… Para un poeta es difícil. O también, muy fácil. Un poeta se complace en hundirse en un estado de ánimo… ésta es la huida de lo trágico. Pero un poeta no debería olvidar nunca que un estado de ánimo todavía no es nada para él, que lo que cuenta para él es la poesía futura. Este esfuerzo de frialdad utilitaria es su tragedia. Que hay que vivir trágicamente y no voluptuosamente está demostrado por cuanto he sufrido hasta ahora. Mejor, por cuanto he sufrido inútilmente”…

“La vida práctica se desarrolla en el presente, la contemplativa en el pasado. Acción y memoria”.
“Es pecado lo que inflige remordimiento”.
“En ninguna actividad es buen signo que al principio esté presente la manía de triunfar- emulación, soberbia, ambición, etc-. Se debe empezar a amar la técnica de cada actividad por sí misma, como nos gusta vivir por vivir. Sólo ésta es la verdadera vocación y prenda de serio acierto. A continuación podrán venir todas las pasiones sociales imaginables a superar al puro amor a la técnica- y es un deber que vengan también”.

“En la inquietud y en el esfuerzo de escribir, lo que sostiene es la certeza de que en la página queda algo no dicho”. 


Li.Lo.

domingo, 17 de agosto de 2014

LA HORA DE LA ESTRELLA. -Clarice Lispector-



<<Pensar es un acto. Sentir es un hecho. Los dos juntos son yo que escribo lo que estoy escribiendo>>...
<<Escrito para liberarme de mi misma>> dijo Clarice, quien irrumpió en la vida literaria brasileña en 1943. Este fue el último libro que Clarice Lispector publicó en vida, pocos meses antes de morir el 9 de diciembre de 1977. Como su personaje principal, ante la inminencia de la muerte, Lispector también  supo darnos –con esta novela – su más poderoso resplandor. 

La hora de la estrella, se mueve por terrenos conocidos para la autora y sigue la vida y la repentina muerte de una joven brasileña negra y pobre llamada Macabea, que viaja desde el campo de Alagoas hasta Río de Janeiro, donde lleva una existencia (porque yo no le llamaría vida) precaria trabajando de secretaria apenas competente.
La novela nuestra con brillantez las peculiares habilidades de Lispector para evocar la vida interior de las mujeres oprimidas, incultas y con dificultades para expresarse. Entre sus estrategias para dar voz a los que no la tienen, destaca el humor constante, unas veces lacónica, otras… cargado de rabiosa desesperación.
Creo que la experiencia de leer La hora de la estrella probablemente no sea una experiencia “feliz” y sin embargo, tampoco se trata de “infelicidad”. De la densidad de esta escritura no se sale indemne. Uno se queda despojado, desnudo, ante esa “niebla húmeda” que va entretejiendo un “…libro construido sin palabras”, entre aquel que relata, “el autor” (el narrador elegido es la voz de un hombre "Yo, Rodrigo S.M.")…
Así se enuncia también el acto de escritura: escribir es comparable a romper rocas y ese esfuerzo produce chispas y astillas que saltan por doquier y están allí para tomarlas… si se es capaz de dejarse adentrar en la voz poética de Lispector, si se atraviesa ese umbral y se extrae alguna pregunta de ese pasaje…

Mi corazón se vació de todo deseo reduciéndose al primer y último latido. El dolor de muelas que atraviesa esta historia  me dio en la boca una punzada profunda. Entonces canto alto y agudo una melodía sincopada y estridente: es mi propio dolor, yo que cargo con el ruido y la felicidad escasea.

Este relato, ante todo es vida primaria que respira, respira, respira. Y yo no debería estar escribiendo sobre  Clarice Lispector, tan solo decir que se debe leer.

 

Li.Lo.