domingo, 22 de octubre de 2023

El olvido que seremos - Héctor Abad Faciolince-


“Vivimos en un país que olvida sus mejores rostros, sus mejores impulsos, y la vida seguirá en su monotonía irremediable, de espaldas a los que nos dan la razón de ser y de seguir viviendo. Yo sé que lamentarán la ausencia tuya y un llanto de verdad humedecerá los ojos que te vieron y te conocieron. Después llegará ese tremendo borrón, porque somo tierra fácil para el olvido de lo que más queremos. La vida, aquí, están convirtiéndola en el peor espanto. Y llegará ese olvido y será como un monstruo que todo lo arrasa, y tampoco de tu nombre tendrán memoria. Yo sé que tu muerte será inútil, y que tu heroísmo se agregará a todas las ausencias.”

 


Héctor Abad Faciolince hace un relato estremecedor sobre su vida, desde la infancia hasta la vida adulta, una recapitulación de los acontecimientos que marcaron su existencia, tanto las mejores épocas, llenas de alegría, armonía y unión familiar, como los momentos trágicos, cargados de miedo, angustia y desesperación; como la muerte de una de sus hermanas, pero especialmente sobre su padre, Héctor Abad Gómez, médico y activista en pro de los derechos humanos de Colombia quien fue asesinado el 25 de agosto de 1987.

Abad Faciolince crea esta novela, para honrar la memoria de su padre, y de quienes lucharon y murieron por su país. La historia de Colombia, dominada por la corrupción y con la vulneración de los derechos humanos, un país que lucha por salir de una época oscura, el idealismo exacerbado de Abad Gómez, que no teme enfrentarse a su destino, como única vía de escape para los que se sienten oprimidos.

La mirada de Abad Faciolince, describiendo con suma honestidad sus vivencias, y como hijo narra la forma en la cual siempre percibió a su padre como una especie de héroe, persona justa, bondadosa, confidente y maestro de vida. Una narrativa, perfecta, audaz y acertada, a la cual no le hace falta nada. Un relato biográfico digno y conmovedor.

 

“Cuando uno lleva por dentro una tristeza sin límites, morirse ya no es grave. Aunque uno no se quiera suicidar, o no sea capaz de levantar la mano contra sí mismo, la opción de hacerse matar por otro, y por una causa justa, se vuelve más atractiva si se ha perdido la alegría de vivir. Creo que hay episodios de nuestra vida privada que son determinantes para las decisiones que tomamos en nuestra vida pública.” 


Li.Lo.