viernes, 16 de septiembre de 2022

Una zona ya sin su fantasma -Hasta siempre Javier Marías-

 

     Foto de El Periódico de España

"No se puede confiar en la suerte, en que las cosas ocurran por sí solas y se aparten como por ensalmo los obstáculos y las resistencias. Uno tiene que ponerse a la faena. El mundo está lleno de perezosos y de pesimistas que nada consiguen porque a nada se aplican, después se permiten quejarse y se sienten frustrados y alimentan su resentimiento hacia lo externo." (Los enamoramientos - JM).

Ha partido…. (¿A una nueva vida?) Otro de mis más preciados, respetados y admirados escritores, y bueno, fue algo tan repentino e inesperado que he necesitado un poco de tiempo para asimilarlo, no pude evitar encogerme en un rincón y sujetar mi corazón…

No debería de ser para tanto me dijeron, pero desde el año 2014, poco después de leer uno de sus libros y descubrir “La Zona Fantasma” (su blog y columna semanal en el diario español El País), a la cual me suscribí para leer sin excepción cada fin de semana sus publicaciones, y que, desde diciembre de ese año hasta el 11 de septiembre del año actual (que fue cuando recibí la última columna que escribió), fue un soporte, consuelo, apoyo, sabiduría necesaria, sobre todo en medio de turbulentas circunstancias, momentos difíciles. Por eso, al recibir la notificación de su muerte fue como otro golpe bajo de la vida… aunque un triste y lamentable recordatorio del proceso natural de nuestras efímeras existencias, con su inevitable fin.

Resulta que Javier Marías era el único escritor de quien leía una columna cada domingo (o sábado en la madrugada, por la diferencia de horario con Madrid), y en muchas ocasiones esperaba con ansia la publicación de sus escritos en La Zona Fantasma, pues como en alguna ocasión comenté a algunas amistades, sus novelas me parecían bastante originales, creativas y emotivas, un deleite, pero… pero sus columnas eran definitivamente excepcionales, ¡una gloria! Me encantaba lo certero, honesto y realista que era, la claridad de sus ideas, su amplio conocimiento sobre diversos temas, y tan reconfortante me resultaban esos razonamientos, que sentí alivio y gratitud por coincidir con su forma de ver la vida, su percepción del día a día, su juicio respecto a lo mal que estaban tantas cosas, su decepción, frustración y molestia sobre cómo habían cambiado los tiempos, lo mal que va el mundo, la evolución (¿o disgregación?) de las sociedades. Y por otra parte, admiré su pasión y apreciación por las artes, la cultura, las letras… la literatura, su forma de ser, vivir, su deleite por la existencia.

Se aproxima un nuevo fin de semana al cual ignoro si llegaré, pero de ser así, será ya sin esa extraña y discreta forma de felicidad, sin ese conforte que me proporcionaban esos escritos… Una zona ya sin su fantasma.

Amontonaré las zozobras que hoy me albergan, mis heridas, la congoja y aflicciones para buscarles otro bálsamo, otra voz, palabras a las cuales refugiarme en busca de consuelo, compañía, alivio.

Hasta siempre a otro apreciado maestro de letras, ha sido extraordinario y un inmenso placer leer todo cuanto nos pudo compartir, que escrito queda, no solo en tantas páginas (que ahora me parecen tan pocas), sino en mente y corazón, que conservaré para el día a día, como la única muestra de gratitud que me queda brindarle.

Y sí, sí ha valido la pena derramar estas lágrimas, escribir esto a estas horas de la noche, porque de una u otra forma me cambió para mejor la vida.

Gracias.

 

“Tantas cosas suceden sin que nadie se entere ni las recuerde. De casi nada hay registro, los pensamientos y movimientos fugaces, los planes y los deseos, la duda secreta, las ensoñaciones, la crueldad y el insulto, las palabras dichas y oídas y luego negadas o malentendidas o tergiversadas, las promesas hechas y no tenidas en cuenta, ni siquiera por aquellos a quienes se hicieron, todo se olvida o prescribe, cuanto se hace a solas y no se anota.” (Mañana en la batalla piensa en mí – Javier Marías).



Li.Lo.

viernes, 10 de junio de 2022

Tan Poca Vida - Hanya Yanagihara-

 


 «He abandonado este mundo/ en el que tanto tiempo malgasté». El lied trataba sobre la vida de un artista, lo que él estaba lejos de ser. No obstante, entendía de una forma casi instintiva el concepto de pérdida, perder el contacto con el mundo y de aparecer en un lugar diferente, en un lugar retirado y seguro, anhelante de huida y de descubrimientos. «Y muy poco me importa / que me den por muerto / apenas puedo decir nada en contra / pues realmente estoy muerto para el mundo».

 

Hablar de Tan Poca Vida es hablar de dolor… dolor profundo, con esa intensidad que podría jurar que después de leer esta historia, no vuelves a ser la misma persona. Algo en ti cambia. Porque ese tipo de dolor que experimentas es del que te rompe de adentro hacia afuera y te hace atenazar los dientes tan fuerte, porque el sentimiento es tan intenso que te impide gritar, mientras las lágrimas revientan de tus ojos hasta el agotamiento. Bueno, al menos a mí me ha sucedido eso. Luego experimentas, como un bálsamo la soledad serena, que le cede el paso a la amistad; pura, honesta, leal, inquebrantable, esa clase de amistad que sobresale en momentos cruciales, y que desenmascara la falsedad de quienes la pretenden.

Según la contraportada (y algunas reseñas que he leído) la historia es sobre la vida de cuatro amigos: Malcolm, Willem, JB y Jude, pero en realidad (o a mi parecer) el libro narra la vida de Jude, y de quienes lo rodean, que, de una u otra forma, han marcado y transformando su vida desde el día en que nació.

Jude, al ingresar a la universidad comienza a entrelazar amistad con tres compañeros en particular; Malcolm, JB y Willem, a quienes quiere, admira, y valora el aprecio que le demuestran, sin embargo, es incapaz de hablar de su vida anterior a conocerlos, ni con ellos ni con nadie más, guarda en secreto todo sobre su pasado, un pasado desgarrador que lo persigue y con lo cual enfrenta una lucha día a día.

 

Yanagihara, además de describirnos la vida de los amigos más allegados a Jude ( Willem, JB y Malcolm), también encaja de forma perfecta y maravillosa a otros personajes como a Andy, a quien también llega a conocer en la época universitaria, y que luego se convertiría no solo en su médico sino en uno de sus más fieles amigos y protectores;  y a Harold, quien llega a su vida de una forma sublime, en un momento crucial y fundamental,  quien además se convierte en uno de los eslabones más importantes de su existencia.

 

<< JB: Como es el caso de Jude. Nunca lo vemos con nadie, no tenemos ni idea de qué raza es, no sabemos  nada  de  él. Postsexual, posracial, postidentidad, pospasado. —Le sonrió, supuestamente para darle a entender que hablaba medio en broma—. El posthombre. Jude el Posthombre. >>

 

Jude… Jude.

Después de varias semanas de haber leído el libro, me sigue doliendo incluso el pronunciar su nombre y me es difícil hablar de él, es como si hubiera rozado la vida real (mi vida), y tuviera miedo de acercarme y herirlo, y a la vez, quisiera tener esa posibilidad mirarlo a los ojos y poder estrecharlo en un abrazo.

 

El reservado, sereno, servicial, inteligente. Eternamente herido. Al inicio de la narración no se sabe nada sobre la vida de este personaje, hasta que poco a poco nos adentramos más y más en sus recuerdos, y conforme se avanza en la lectura descubrimos con horror todas y cada una de las tragedias y vejámenes que ha sufrido desde que tiene uso de razón, es en esos momentos cuando te calan escalofríos de solo imaginar semejantes brutalidades y dolor vividas por un menor, de cuantas sensaciones, emociones y vivencias es privado, y de cuantas otras es obligado a experimentar… y con los labios apretados,  y la lágrimas en los ojos, piensas en que esto podría estarle sucediendo a alguien (o a muchos) en este preciso momento (y en cualquier momento).

Cierto es que la autora describe con crudeza y frialdad las escenas de la vida de Jude, algunas incluso con “exageraciones” que a muchos ofende, pero, bueno, ¿no es acaso así la vida real?, ¿acaso no hemos visto ya a la realidad, en múltiples ocasiones, superando a la ficción?, que aquí la autora tan solo nos acerca a lo que muchas veces las sociedades se niegan a ver, a escuchar, a atender, y/o se empeñan en ignorar.

La ficción naturalista de Yanagihara nos ofrece una perturbadora meditación acerca de los abusos sexuales, el desamparo y la violencia física sufridas por un niño, que luego es un adolescente, y posteriormente un adulto. El desgaste en una lucha constante con el cuerpo y la mente, las dificultades (o imposibilidad) de una recuperación. Superar dolores que le han marcado la existencia, las consecuencias físicas y mentales de una existencia cargada de violencia.

 

Llegado a este punto me parece oportuno mencionar que la escritora, da tregua al nivel de sufrimiento que desata, admitiendo que no sólo quiso recargar el horror y el dolor sino también la empatía y el amor que había alrededor de la vida de sus personajes, lo cual a mi parecer hace de una forma acertada.

La amistad (en este caso entre hombres), la necesidad de sentirse querido (todos) y, al mismo tiempo, el miedo que suscita el amor cuando este, irremediablemente, implica también dependencia y otorgar confianza, la dificultad de entregarse a otra persona, y de saberse y/o creerse querido.

 

<< Pero a veces al despertarse está tan lejos de sí mismo que ni siquiera recuerda quién es. — ¿Dónde estoy?  Pregunta desesperado—. ¿Quién soy? ¿Quién soy? Y entonces oye el conjuro susurrado de Willem, tan cerca de su oído como si la voz se originara en su mente: —Eres Jude St. Francis. Eres mi más viejo y querido amigo. Eres el hijo de Harold Stein y de Julia Altman. Eres el amigo de Malcolm Irving, de Jean-Baptiste Marion, de Richard Goldfarb, de Andy Contractor, de Lucien Voigt, de Citizen van Straaten, de Rhodes Arrowsmith, de Elijah Kozma, de Phaedra de los Santos y de los Henry Young.» Eres de Nueva York.  Vives en el SoHo.  Haces voluntariado en una organización dedicada a las artes y en un comedor público.» Practicas la natación. Eres un repostero excelente. Sabes cocinar. Eres un gran lector.  Tienes una magnífica voz.  Eres coleccionista de arte.  Me escribes unos mensajes preciosos cuando estoy fuera. Eres paciente. Eres generoso.  De todas las personas que conozco, eres la que mejor sabe escuchar.» Eres abogado. Eres el presidente del departamento de litigios de Rosen Pritchard and Klein. Te encanta tu trabajo; trabajas mucho.» Eres matemático.  Eres lógico.  Has intentado enseñarme matemáticas una y otra vez.» Te trataron muy mal, pero saliste de aquello.  Siempre has sido tú mismo. >>

 

A partir de la figura de Jude, protagonista y centro de la historia, en torno al cual gravita el resto de los personajes, desde la infancia hasta su agotamiento en la vida adulta, y reflexionando sobre este punto, vale la pena mencionar también que este relato se compone de las historias de personas, que a su vez arrastran historias, como bien podría ser la de quienes nos rodean, incluso la nuestra. Tan Poca Vida… tres palabras que se central en el breve lapso de tiempo en que Jude realmente se siente vivo y goza de esa existencia, sin embargo, tan poca vida es también la de otros personajes, como la de Hemming, hermano de Willem, quien nace con una severa discapacidad cognitiva; y la vida de Jacob, hijo de Harold, quien también nace enfermo y muere a los pocos años de haber nacido.  Tan poca vida la de unos como de otros personajes de esta novela, como bien puede ser la de cualquier persona, en cualquier rincón del mundo.

 

Y para cerrar esta reseña me gustaría citar a Marta Ramoneda, librera de La Central barcelonesa, que hace una serie de cuestionamientos de forma reflexiva al referirse a este libro:

 

 “¿Es suficiente la amistad para encarrilar el dolor más profundo? ¿Puede el arte engullir la vida entera? ¿Cómo se articula la amistad masculina? ¿Cómo se establece la relación con uno mismo de quien ha sufrido abusos y depravación desde la infancia? ¿Sigue siendo un misterio lo que cada uno es para los demás? ¿Cómo se apoderan de uno los sentimientos de vergüenza, resentimiento y soledad? A todos puede alcanzarnos el fuerte calado emocional de esta obra, pues en Tan poca vida encontramos unos protagonistas oscilando entre la asfixia y la libertad que convocan difíciles verdades”.


Li.Lo.