La magia de los libros y las segundas oportunidades en una novela que enamora.
Brianda Gonzaga, la protagonista, es una editora de éxito
que ha vivido de lleno en el trabajo. Cuando la vida le da una bofetada
inesperada, busca consuelo en quienes nunca le han fallado: los libros. A partir de entonces, Brianda decide hacer un
viaje lejos, desconectándose de todo y de todos.
La casualidad la lleva así
hasta un mundo de ensueño, un lugar que parece un paisaje pastoril. Un tablero
fijado junto a la carretera le indica que hay una librería en venta, y hacia
allí, hacia los libros se encamina nuestra protagonista.
En cuanto Brianda entra en la Librería: Locus Docendi , se
siente en casa: «La estancia era inmensa,
los techos abovedados le conferían un aspecto de capilla, iluminada por un gran
ventanal de cristales esmerilados. Los libros cubrían por entero las paredes.
Los lomos, de distintos colores y texturas, creaban un ambiente poético y
místico».
Don Lorenzo, el librero, es el dueño y señor de ese
santuario dedicado a la literatura y al encuentro con los lectores. Un
solitario que vive acompañado de una multitud: los 30.000 escritores que
habitan en las estanterías de su librería.
Allí es donde Brianda entierra su desasosiego. «Mientras mis manos fuesen capaces de abrir
un libro, un mundo entero aguardaba para mí».
Y entonces sucedió algo maravilloso:
un secreto, un amor inesperado, las infinitas enseñanzas que regalan los libros,
la amistad y sí..., también un poco de sexo.
Cada página está plagada de referencias a libros y autores.
Montones de libros y autores que, conforme
avanza el relato, este va despertando recuerdos en la memoria, evocando
emociones, tocando fibras aletargadas durante años que se van estremeciendo y produciendo
un inmenso placer cerebral. Desde los hermanos Grimm (sobre todos estos), Hans
Chirstian Andersen, Mark Twain, Cervantes o de Edgar Allan Poe hasta montones
de poetas y filósofos. Personajes de novelas, títulos y pequeñas frases de diferentes
obras, van desfilando a lo largo de las páginas de la historia que la autora
cuenta. Una historia interesante que no decae en ningún momento, con una
fantástica ambientación que ves y sientes, un elenco de personajes que respiran
vida (¡ay, ese Don Lorenzo!) y una voz narrativa que mantiene el interés del
lector de principio a fin.
“…Al poco, en cuanto fui capaz de leer de corrido, caí rendida ante el
poder de las buenas historias”.
Y sucedió eso maravilloso… cuando yo leí este libro. Un
ramalazo de sensaciones felices directo al cerebro.
Li.Lo.
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