martes, 14 de octubre de 2014

El corazón es un cazador solitario -Carson McCullers-

 “Parecía estar tranquilo pero meditativo, algo que a menudo se descubre en las caras de las personas muy tristes o muy juiciosas. Pero él seguía vagando por las calles de la ciudad, siempre silencioso y solo.”

La novela recoge las pequeñas tragedias y sueños de una pequeña ciudad sureña de la que nunca se nos dice el nombre, a través del suceso de varios individuos. Cualquiera de estos personajes representa un mito suficiente, en especial cinco de ellos: Mick,  una chica de catorce años enamorada de la música, que se pierde entre los árboles para soñar y cuida de sus tres hermanos pequeños. Blount  un iluminado que va de pueblo en pueblo tratando de despertar las mentes de los oprimidos y cayendo y levantándose del alcohol y los arrebatos de ira. El doctor Copeland un médico negro que se ha entregado a su comunidad, pero que vive atormentado por una lacra de su pasado: pegó a su mujer y ella y los niños lo abandonaron. Este hombre se arrastra con su tuberculosis para no dejar a ningún miembro de su comunidad desatendido, y lo que consigue es que la injusticia racial siegue los pies de su hijo. Biff Branon  el dueño del bar donde todos se emborrachan en algún momento. Es un buen tipo, pero algo hay en su comportamiento hacia Mick que nos mantiene en guardia contra él, y que nos hace sospechar de su paciente y hábil trato con los niños pesados. Y, en fin, el mudo míster Singer (confieso, mi personaje predilecto), una especie de conciencia superior que a todos produce admiración y sosiego. A veces parece uno de esos que al final de la película vuelven a subir al cielo: es simpático, cauto, listo, respetuoso, leal, digno…, y no dice una palabra. Es el hombre blanco que los negros desearían, y el ciudadano medio que los revolucionarios buscan, y el padre equilibrado que comprende a las muchachas que quieren ser artistas. Pero también él tiene un cazador solitario en sus entrañas, como todos los personajes, una fijación incomprensible que sin embargo da sentido a la vida entera.
“Hablaban, porque tenían la sensación de que el mudo nunca dejaba de comprender lo que querían comunicarle. Y tal vez más aún”.
Y bueno, quizá lo que más me estremeció de la novela fue la denuncia de las condiciones de los negros o las del resto del género humano, o la capacidad de captar lo más íntimo de cada personaje, de estos cinco protagonistas y de otros que se quedan igual de impresos en la memoria: Portia, la hija del doctor Copeland, una mujer de cuerpo entero, ingenua y decidida, alegre y entregada a su familia; el mudo Antonopoulus, la prueba definitiva de que el afecto no depende de lo que nos ofrecen sino de lo que necesitamos; incluso la niña que resulta herida de un disparo, que no la mata pero arruina una familia.
McCullers no necesita cientos de personajes. Le basta con el elenco habitual de media docena de mitos claros y otros cuantos secundarios. Ni siquiera establece una raya de protagonismo que nadie pueda sobrepasar. El mudo Singer y la niña Mick parecen llevar el grueso de la narración, pero esa proporción de los protagonismos no hace sino fortalecer la impresión de verdad. No hablo de verdades meramente crudas u objetivas, ni tampoco de verdades ideológicas o informativas. La verdad que practica McCullers es la que nace de la comprensión, y de esta brota la ternura, la emoción. Todos los personajes son víctimas de algo, principalmente de la soledad. La novela parece una de esas pandillas complejas de gente que naufragó en lo que podría llamarse una vida normal. Son rotos que se juntan con descosidos y entre todos componen una digna vestimenta con la que enfrentarse a la miseria.
La prosa de McCullers es tersa, limpia, clara…, hermosa. Una lectura que refleja el mundo vencido que vibra en la novela como un lamento ahogado.

“…. De pronto, sintió que algo se aceleraba dentro de él. El corazón le dio un vuelco y tuvo que apoyarse en el mostrador para no caer… Contempló su propio rostro reflejado en el espejo de atrás… El ojo izquierdo escudriñaba, semicerrado, el pasado; mientras que el derecho se desorbitaba de temor frente a la oscuridad del futuro, el error y la ruina. Y él estaba suspendido entre la luz y las tinieblas. Entre la amarga ironía y la fe”…


Lula Carson Smith (Columbus, Georgia; 19 de febrero de 1917 – Nyack, Nueva York; 29 de septiembre de 1967), conocida como Carson McCullers. Su ficción explora el aislamiento espiritual de los inadaptados y marginados del Sur de los Estados Unidos de América. Es, también, una pionera del tratamiento de temas como el adulterio, la homosexualidad y el racismo.




Li.Lo.


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