Se pasa los días ordenando, clasificando y poniendo signaturas. No pensaba ser bibliotecaria,
pero abandonó las oposiciones por un hombre. Ahora el amor le parece una
pérdida de tiempo, un trastorno infantil. Claro que el deseo es muy
traicionero, y ella guarda unos pendientes en un cajón….
Cuando
no hay nadie, cuando la biblioteca está cerrada, incluso puede -y sabe- darle voz a su neurosis, a sus
angustias, al vértigo del saber libresco. Y entonces descubrimos que los
neuróticos pueden ser buenos narradores, cosa no tan evidente. Cosa que tal vez
logran, sobre todo, los buenos fingidores, los escritores que dan vida a los
buenos personajes.
A este diminuto relato le sienta tan bien
la frase que dice: “Los perfumes más finos viene en frascos pequeños”. Y es que
basta con leer la primera línea para darte cuente de cuan maravillosa es.
Claro, si eres un ávido lector sabrás a lo que me refiero, es… es un relato,
aunque breve, selecto y esplendido, expresando en una versión autentica, mucho
de todo eso que solo la literatura es
capaz de hacernos sentir y vivir.
La literatura, como bien dice la narradora
<< sin nombre>>, es para elevarse. Los libros, los buenos libros. Y
quizá, también, los buenos lectores, que van a la biblioteca en busca de algo
más que cualquier cosa, y que dan vida a las grandes historias, como el breve
monólogo de esta mujer insignificante, que relata su desencanto con acritud y
humor.
Sophie
Divry (Autora): “Dedico este divertimento a todas aquellas
y todos aquellos que siempre encontrarán más fácilmente un hueco en una
biblioteca que en la sociedad”.
La lectura es, junto con la amistad,
uno de los recursos más eficaces para sobrellevar el dolor de la pérdida. Nos
ayuda, en general, a elaborar el duelo por los límites de nuestra vida, los
límites de la condición humana. DIDER ANZIEU –El cuerpo de la obra-.
Li.Lo.
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