domingo, 31 de agosto de 2014

Los hermanos Tanner -Robert Walser- (reseña)



 “No le deseo a nadie ser yo. Solo yo soy capaz de soportarme. Saber tanto, haber visto tanto y no decir nada, absolutamente nada.” 

Los hermanos Tanner es una de las principales obras de la juventud de Walser, la cual escribió a los diecinueve años. Simon Tanner, su protagonista, es un joven idealista y soñador, incapaz de estudiar o de hacer algo de provecho.  Al igual que Bartleby se oponía a cualquier forma de acción, Simon se niega a estarse quieto, a rendirse a la comodidad, la conveniencia o la rutina, lo que le impide permanecer más de dos días en un mismo empleo.
“—No tengo tiempo de quedarme en una sola y única profesión —replicó Simón—, y jamás se me ocurriría, como a muchos otros, echarme a descansar en un oficio como en una cama de muelles.  No, jamás lo conseguiría, ni aunque llegase a tener mil años.
En Los hermanos Tanner, puede dar la sensación de que no ocurre nada, que los paseos no te llevan a ningún sitio, sin embargo, podemos encontrar a un hombre avanzado a su tiempo e incluso al nuestro, en donde el autor (Robert Walser) se magnifica como tal, hablándonos con la misma naturalidad sobre infidelidad, incesto, homosexualidad, arte y, ante todo, de paseos y la sensación que producen los mismos.
La actitud de Simón de pronto desagrade  a muchos, sin embargo ese personaje tan singular, les aseguro, los mantendrá enganchados de principio a fin. Ese infatigable caminante y vehemente conversador; fantasioso, apasionado, impredecible, descarado y, emocionalmente, Simón es una persona sin doblez que sólo sabe admirarse con lo que se encuentra y amar sin condiciones ni límites y que, por tanto y desgraciadamente, en una sociedad como la nuestra, está abocado a ser un tipo raro, un disfuncional, un fracasado que, sin embargo, es feliz siéndolo.  “—No quiero un futuro, lo que quiero es un presente.  Me parece más valioso.  Sólo se tiene un futuro cuando no se tiene un presente.”
Los hermanos Tanner es, hasta donde yo sé, una novela indisimuladamente autobiográfica.  La personalidad de Simón es la representación de la de Robert Walser, no sólo su afición por las caminatas o su carácter vagabundo; ambos comparten su ofuscación en pasar sin dejar huella ni crear lazos perdurables o su inestabilidad emocional.  También el resto de los Tanner (Kaspar, artista entregado a su creación; el serio y responsable Klaus, cuya felicidad yace sepultada bajo una avalancha de obligaciones y preocupaciones; Hedwig, una desdichada maestra, resignada a no poder vivir tan libremente como sus hermanos por el hecho de ser mujer; Emil, ingresado en un manicomio) tienen su equivalente entre los hermanos de Robert Walser.
No es de sorprender que un escritor eche mano de sus experiencias personales para crear sus obras, de hecho muchos escritores lo hace. Pero que el autor describa con detalle su propia muerte cincuenta años antes de que suceda es mucho más extraño e inquietante; así describe Robert Walser el momento en que Simón Tanner encuentra el cadáver de un conocido, fallecido mientras daba un largo paseo por la nieve:
“¡Con qué nobleza ha elegido su tumba!  Yace en medio de espléndidos abetos verdes, cubiertos de nieve.  No quiero avisar a nadie.  La naturaleza se inclina a contemplar su muerto, las estrellas cantan dulcemente en torno a su cabeza y las aves nocturnas graznan: es la mejor música para cualquiera que ya no tiene oído ni sensaciones. (…)  Yacer y congelarse bajo las ramas de abeto sobre la nieve: ¡qué espléndido reposo!  Es lo mejor que pudiste hacer.”
Al menos, de las palabras de Simón se deduce que ese era el modo en que Robert Walser quería morir: caminando por la nieve hasta la extenuación, y que la naturaleza fuese su tumba.  Incluso en el último instante consiguió hacer las cosas a su manera.
Lo más fascinante y esplendido de esta novela no es lo que sucede a lo largo de sus páginas ni cómo acabará, sino el maravilloso torrente de literatura que arrastra al lector desde la primera página. Todos los personajes se comportan como en una especie de trance, como si no pudieran ni por un momento sustraerse al asombro de estar vivos.  Todos monologan encadenando una frase brillante tras otra: cómicas, dramáticas, profundas, vitales…
Los hermanos Tanner, nos transporta a un estado casi infantil en el que cada cosa, por insignificante que sea, es capaz de despertar admiración y sorpresa. Un mundo inocente y fascinante en el que la vida es como en realidad debería ser, o como siempre debió haber sido: libre y plena, demasiado hermosa para malgastarla.
“No puedo vivir y despreciar mi vida.  Tengo que buscarme otra vida, una nueva, aunque mi vida entera deba consistir en la simple búsqueda de esa vida.  ¿Qué es ser respetado en comparación con ser feliz y haber satisfecho el orgullo de nuestro corazón?”
“-...En una reunión bien concurrida donde lo importante es manifestarse y agradar lanzando parrafadas brillantes, tú permanecerás siempre mudo porque no tendrás ganas de abrir la boca entre tanto charlatán inútil.”


Li.Lo.

viernes, 29 de agosto de 2014

El oficio de vivir -Cesare Pavese

Según Pavese “el único modo de escapar al abismo es mirarlo, medirlo, sondearlo y descender a él”. Descender a él y en él trabajar. Su lúcida conciencia, su eterno descender al abismo quizás le hizo ver al poeta cosas que jamás logro transformar poéticamente. El descanso al abismo a veces tiene por resultado un olvido que no permite comunicar el secreto; el valor de esa especie de catábasis estaría dado por el silencio. En una de la primeras entradas de su Diario (20/4/36) el poeta nos habla de una elección, “construir en arte y construir en la vida, desterrar la voluptuosidad del arte y de la vida, ser trágicamente”. También señala que la poesía le ha enseñado a dominarse, a recogerse, a ver claro: “La poesía me ha restituido a mí mismo”, y un poco más adelante en la misma entrada del Diario dice: “Excluyendo voluntariamente toda ensoñación voluptuosa y toda pasión (…) ¿No se encuentra aquí también una elección de técnica, una poética?”. La poesía sería la puesta en práctica de un hacer en donde muerte y vida se unen. Esta preocupación que ocupa una buena parte de las primeras páginas de su “Oficio de Vivir” lo llevó a explorar los aires de una región determinada, quizás como un camino previo que determina la búsqueda de lo universal.
La infancia para él es poética porque el hombre maduro que vuelve a ella, la transforma a través de ese retorno. En ese momento de la vida se encontrarían las líneas principales de la futura obra. Primera piedra de la construcción o piedra de locura que jamás se terminará de extraer. La escritura mítica de la infancia no sería representar los recuerdos que se tienen de ella, sino transformar los elementos que los componen de una manera que ellos: paisajes, personajes, se carguen míticamente y se vuelvan símbolos. Así, ese paisaje-mito, por ejemplo, indicaría una zona del conocimiento al que el poeta tuvo acceso. Volver a aquel paisaje de la niñez equivale a querer conocer la verdad que se esconde en él. La tarea del poeta es señalar la fisura a través de la cual se puede ingresar en las cosas que forman su recuerdo y por medio de una práctica escrituraria transformarlos en mitos. Como ocurre con la mayoría de los escritores suicidas, el tema de la muerte fue una obsesión en Cesare Pavese. Pero más allá de esta simple referencia a la temática, su suicidio fue anunciado. En agosto 26 de 1950, un cuarto de hotel fue el escenario para mediante poner fin a su vida. Apenas una inicial, C., decía de un romance condenado al fracaso, fallido. Pavese había escrito antes en “El oficio de Vivir”: “Uno no se mata por el amor de una mujer. Uno se mata porque un amor, cualquier amor, nos revela nuestra desnudez, nuestra miseria, nuestro desamparo, la nada”.

Cesare Pavese. (1908/1950).-
Extractos de “El Oficio de Vivir”:
“No he comprendido todavía qué es lo trágico de la existencia, no me he convencido todavía. Y, sin embargo, está muy claro: hay que vencer al abandono voluptuoso, dejar de considerar los estados de ánimo como fines en sí mismos”… Para un poeta es difícil. O también, muy fácil. Un poeta se complace en hundirse en un estado de ánimo… ésta es la huida de lo trágico. Pero un poeta no debería olvidar nunca que un estado de ánimo todavía no es nada para él, que lo que cuenta para él es la poesía futura. Este esfuerzo de frialdad utilitaria es su tragedia. Que hay que vivir trágicamente y no voluptuosamente está demostrado por cuanto he sufrido hasta ahora. Mejor, por cuanto he sufrido inútilmente”…

“La vida práctica se desarrolla en el presente, la contemplativa en el pasado. Acción y memoria”.
“Es pecado lo que inflige remordimiento”.
“En ninguna actividad es buen signo que al principio esté presente la manía de triunfar- emulación, soberbia, ambición, etc-. Se debe empezar a amar la técnica de cada actividad por sí misma, como nos gusta vivir por vivir. Sólo ésta es la verdadera vocación y prenda de serio acierto. A continuación podrán venir todas las pasiones sociales imaginables a superar al puro amor a la técnica- y es un deber que vengan también”.

“En la inquietud y en el esfuerzo de escribir, lo que sostiene es la certeza de que en la página queda algo no dicho”. 


Li.Lo.

domingo, 17 de agosto de 2014

LA HORA DE LA ESTRELLA. -Clarice Lispector-



<<Pensar es un acto. Sentir es un hecho. Los dos juntos son yo que escribo lo que estoy escribiendo>>...
<<Escrito para liberarme de mi misma>> dijo Clarice, quien irrumpió en la vida literaria brasileña en 1943. Este fue el último libro que Clarice Lispector publicó en vida, pocos meses antes de morir el 9 de diciembre de 1977. Como su personaje principal, ante la inminencia de la muerte, Lispector también  supo darnos –con esta novela – su más poderoso resplandor. 

La hora de la estrella, se mueve por terrenos conocidos para la autora y sigue la vida y la repentina muerte de una joven brasileña negra y pobre llamada Macabea, que viaja desde el campo de Alagoas hasta Río de Janeiro, donde lleva una existencia (porque yo no le llamaría vida) precaria trabajando de secretaria apenas competente.
La novela nuestra con brillantez las peculiares habilidades de Lispector para evocar la vida interior de las mujeres oprimidas, incultas y con dificultades para expresarse. Entre sus estrategias para dar voz a los que no la tienen, destaca el humor constante, unas veces lacónica, otras… cargado de rabiosa desesperación.
Creo que la experiencia de leer La hora de la estrella probablemente no sea una experiencia “feliz” y sin embargo, tampoco se trata de “infelicidad”. De la densidad de esta escritura no se sale indemne. Uno se queda despojado, desnudo, ante esa “niebla húmeda” que va entretejiendo un “…libro construido sin palabras”, entre aquel que relata, “el autor” (el narrador elegido es la voz de un hombre "Yo, Rodrigo S.M.")…
Así se enuncia también el acto de escritura: escribir es comparable a romper rocas y ese esfuerzo produce chispas y astillas que saltan por doquier y están allí para tomarlas… si se es capaz de dejarse adentrar en la voz poética de Lispector, si se atraviesa ese umbral y se extrae alguna pregunta de ese pasaje…

Mi corazón se vació de todo deseo reduciéndose al primer y último latido. El dolor de muelas que atraviesa esta historia  me dio en la boca una punzada profunda. Entonces canto alto y agudo una melodía sincopada y estridente: es mi propio dolor, yo que cargo con el ruido y la felicidad escasea.

Este relato, ante todo es vida primaria que respira, respira, respira. Y yo no debería estar escribiendo sobre  Clarice Lispector, tan solo decir que se debe leer.

 

Li.Lo.

domingo, 3 de agosto de 2014

La muerte en Venecia -Thomas Mann-




… Y deseaba ardientemente llegar a viejo, pues siempre había creido que sólo es verdaderamente grande y realmente digno de estima el artista a quien el Destino ha concedido el privilegio de crear sus obras en todas las etapas de la vida humana.
Por eso, como la carga de su talento tenía que ir sobre unos hombros débiles, y como quería llegar lejos, necesitaba una extremada disciplina. Y la disciplina era, por fortuna, una parte de su herencia paterna.

La muerte en Venecia como el propio Mann sostenía, trata de la perdida de la dignidad del artista, pero Mann examina también las relaciones entre el arte y la vida. Aschenbach cree que con trabajo y disciplina puede dominar la vida y aun moldearla hasta convertirla en arte. Las desordenadas emociones y la pasión indomable que Tadzio-Dionisos le inspira, le obligarán a admitir que esa convicción es una falacia. Los elementos míticos de la novela ofrecen el contexto necesario para trazar un retrato de la homosexualidad. Escrita con sutileza y con una profunda penetración psicológica, esta obra es un vivido relato de lo que significa enamorarse.
<<… Casi todas las cosas grandes que existen son grandes porque se han creado contra algo, a pesar de algo: a pesar de dolores y tribulaciones, de pobreza y abandono; a pesar de la debilidad corporal, del vicio, de la pasión. >>


Li.Lo.

sábado, 2 de agosto de 2014

Historias -Robert Walser-




Historias, publicado en 1914, constituye una excelente muestra de la obra narrativa breve de Robert Walser –uno de los más importantes escritores en lengua alemana, en la que se encuentran recogidos relatos tan indispensables como >>kleist en Thun>>, <<Paganini>>, o <<Extraña ciudad>>.

“Que dulce es prestar oído al que es todo oídos, observar al enamorado, sentir al olvidado junto a uno mismo.”

… Y podría citar muchísimas frases más leídas no solo en este esplendido libro de Robert Walser, sino en otras de sus obras, sin embargo eso sería como transcribir casi todo. Walser posee ese don, o esa característica que muy pocos escritores tienen: el de obsequiar magnificas experiencias en todas sus obras, esa grandiosa forma de hacerte desear la vida, verla desde ese punto exquisito, bello, sublime y esporádico, con el solo hecho de ser consciente de sabernos vivos, de ser  quienes somos (como quiera que seamos), pero a la vez reflexionar con su ironía, sobre nuestra forma de actuar y pensar prejuiciosamente, no solo con los demás sino muchas veces con nosotros mismo.  Leer a Robert Walser es aventurarse en un extraordinario viaje donde no quisiéramos parar, tanto menos regresar… tan solo seguir, seguir, seguir.



Li.Lo.