La muerte del comendador, de Haruki Murakani, es una obra extensa y compleja que se divide en dos volúmenes, la cual relata la vida de un retratista quien, tras ser abandonado por su esposa, se muda a la antigua casa en las montañas de un famoso pintor, Tomohiko Amada, quien es padre de su amigo Masahiko Amada.
En el
primer libro el protagonista, cuyo nombre nunca se revela, busca refugio y un
nuevo comienzo en este lugar apartado. Allí descubre un cuadro misterioso y
oculto en el ático, titulado "La muerte del comendador". Esta pintura
es una referencia directa a la ópera "Don Giovanni" de Mozart, donde
el Comendador es asesinado. La revelación de este cuadro no solo lo intriga,
sino que parece desencadenar una serie de eventos extraños y sobrenaturales a
su alrededor.
Poco después del descubrimiento, una campana antigua comienza a sonar misteriosamente en el jardín. Al investigar, el protagonista y un vecino excéntrico, Wataru Menshiki, descubren una fosa oculta, de la cual surge un hombre diminuto, una encarnación del "Comendador" del cuadro, que solo puede ser visto y oído por el protagonista. Este Comendador es una figura quimérica, casi un espíritu, que guía al protagonista a través de una serie de eventos alucinantes y confusos.
En el segundo volumen, la joven estudiante Mari Akikawa, a quien el protagonista pinta un retrato, desaparece, y la narrativa se sumerge aún más en el mundo surrealista y simbólico. El protagonista es arrastrado a un "mundo de la idea" o "mundo metafórico", un lugar etéreo y subterráneo que parece ser una representación de su propia psique y subconsciente. Este mundo se manifiesta como una versión distorsionada de su propia experiencia, llena de símbolos y figuras que reflejan sus miedos, deseos y traumas.
El
supuesto secuestro de Mari intensifica la búsqueda del
protagonista por respuestas y lo obliga a confrontar su propio pasado y las
verdades ocultas. A medida que avanza en el mundo de la idea, el protagonista
debe enfrentar sus propias "metáforas" personales, representaciones
de sus inseguridades y conflictos internos, para poder rescatar a Mari y, en
última instancia, para encontrar su propio camino de regreso a la realidad y a
una nueva comprensión de sí mismo y del mundo.
En La muerte del comendador los personajes se sienten solos y aislados, y la novela explora sus intentos de conectar con otros y encontrar un propósito.
Murakami, con el característico estilo de llevar a cabo sus relatos, entrelaza elementos realistas con sucesos inexplicables, sueños vívidos y figuras fantásticas, creando una atmósfera única que desdibuja los límites de la realidad, y aunque a mi parecer no es una de las mejores obras de Murakami, les puedo asegurar que es entretenida, de lectura fluida, y te engancha a tal punto que te hace pasar página tras página por querer llegar al desenlace, y aunque el final es casi abrupto, la lectura tiene el sello característico de Murakami, y eso de la unión de las portadas de los dos libros me parece una genialidad.
"Había dicho que ciertas cosas era mejor no
saberlas, y tal vez tenía razón. Quizás había cosas que era mejor no oírlas
siquiera, pero era imposible no oírlas nunca. Cuando llegaba el momento, aunque
uno se tapase los oídos con todas las fuerzas, el sonido de la verdad vibraba
en el aire y alcanzaba el corazón mismo de la gente. Nadie puede aislarse por
completo, y a quien no le guste no tendrá más remedio que huir a un mundo
vacío."
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