sábado, 28 de diciembre de 2024

La muerte del comendador -Haruki Murakami-

 

"Era un mundo completamente ajeno a mí, pero frente a ese cuadro fui consciente de mis prejuicios. En aquella violencia en la que dos hombres se jugaban la vida, algo sacudía el corazón del espectador. Un hombre victorioso, otro derrotado. Un hombre que hundía su espada en el pecho de otro, y este otro recibía el metal en su carne. Aquel contraste llamaba la atención, era algo especial, pensé."

La muerte del comendador,  de Haruki Murakani, es una obra extensa y compleja que se divide en dos volúmenes, la cual relata la vida de un retratista quien, tras ser abandonado por su esposa, se muda a la antigua casa en las montañas de un famoso pintor, Tomohiko Amada, quien es padre de su amigo Masahiko Amada.

En el primer libro el protagonista, cuyo nombre nunca se revela, busca refugio y un nuevo comienzo en este lugar apartado. Allí descubre un cuadro misterioso y oculto en el ático, titulado "La muerte del comendador". Esta pintura es una referencia directa a la ópera "Don Giovanni" de Mozart, donde el Comendador es asesinado. La revelación de este cuadro no solo lo intriga, sino que parece desencadenar una serie de eventos extraños y sobrenaturales a su alrededor.

Poco después del descubrimiento, una campana antigua comienza a sonar misteriosamente en el jardín. Al investigar, el protagonista y un vecino excéntrico, Wataru Menshiki, descubren una fosa oculta, de la cual surge un hombre diminuto, una encarnación del "Comendador" del cuadro, que solo puede ser visto y oído por el protagonista. Este Comendador es una figura quimérica, casi un espíritu, que guía al protagonista a través de una serie de eventos alucinantes y confusos.

En el segundo volumenla joven estudiante Mari Akikawa, a quien el protagonista pinta un retrato, desaparece, y la narrativa se sumerge aún más en el mundo surrealista y simbólico. El protagonista es arrastrado a un "mundo de la idea" o "mundo metafórico", un lugar etéreo y subterráneo que parece ser una representación de su propia psique y subconsciente. Este mundo se manifiesta como una versión distorsionada de su propia experiencia, llena de símbolos y figuras que reflejan sus miedos, deseos y traumas.

El supuesto secuestro de Mari intensifica la búsqueda del protagonista por respuestas y lo obliga a confrontar su propio pasado y las verdades ocultas. A medida que avanza en el mundo de la idea, el protagonista debe enfrentar sus propias "metáforas" personales, representaciones de sus inseguridades y conflictos internos, para poder rescatar a Mari y, en última instancia, para encontrar su propio camino de regreso a la realidad y a una nueva comprensión de sí mismo y del mundo.

En La muerte del comendador los personajes se sienten solos y aislados, y la novela explora sus intentos de conectar con otros y encontrar un propósito.

 Murakami, con el característico estilo de llevar a cabo sus relatos, entrelaza elementos realistas con sucesos inexplicables, sueños vívidos y figuras fantásticas, creando una atmósfera única que desdibuja los límites de la realidad, y aunque a mi parecer no es una de las mejores obras de Murakami, les puedo asegurar que es entretenida, de lectura fluida, y te engancha a tal punto que te hace pasar página tras página por querer llegar al desenlace, y aunque el final es casi abrupto, la lectura tiene el sello característico de Murakami, y eso de la unión de las portadas de los dos libros me parece una genialidad.

"Había dicho que ciertas cosas era mejor no saberlas, y tal vez tenía razón. Quizás había cosas que era mejor no oírlas siquiera, pero era imposible no oírlas nunca. Cuando llegaba el momento, aunque uno se tapase los oídos con todas las fuerzas, el sonido de la verdad vibraba en el aire y alcanzaba el corazón mismo de la gente. Nadie puede aislarse por completo, y a quien no le guste no tendrá más remedio que huir a un mundo vacío."




Li.Lo.

viernes, 20 de diciembre de 2024

La negra espalda del tiempo -Javier Marías-


 



La manifestación demasiado visible del tiempo que nunca aguarda y va más rápido que las voluntades, sean de tregua o de salvación o espera, haciendo así que todo quede inconcluso; y la imparable conciencia de que la única forma de perpetuar el tiempo es morir y salirse de él.





La negra espalda del tiempo es una obra inclasificable de Javier Marías que se mueve entre la autobiografía, el ensayo, la reflexión metaliteraria y la ficción.

La novela se adentra en la relación entre la vida y la literatura, la verdad y la ficción, y la memoria y el olvido. Marías cuestiona constantemente la naturaleza de la realidad, sugiriendo que la vida es a menudo una construcción, un relato que nos contamos a nosotros mismos y que está en constante reinterpretación. A través de digresiones, anécdotas personales y referencias a otros autores y obras, el libro se convierte en un laberinto de pensamientos donde el lector es invitado a reflexionar sobre la naturaleza misma de la creación literaria y la experiencia vital.

Otro pilar fundamental de la obra es la exploración de la propia figura del escritor y su proceso creativo. Marías desvela las trampas y complejidades de la escritura, la dificultad de atrapar la verdad y la inherente artificialidad de la ficción, incluso cuando se basa en hechos reales.

En esencia, "La negra espalda del tiempo" es una meditación profunda sobre el tiempo, el recuerdo y la forma en que los eventos, por pequeños que sean, pueden ramificarse y dar lugar a un universo de significados y reflexiones. Es un libro que desafía las convenciones genéricas y que invita al lector a sumergirse en la singular voz y la particular visión del mundo de Javier Marías.

Pero es que justamente para contar eso, lo que nos ocurre, nunca basta con haberlo vivido, ni siquiera con saber observarlo ni saber explicarlo, ni siquiera con entenderlo, sino que además hay que imaginarlo, y a eso no parece hoy dispuesto casi nadie. Y sin embargo, una vez imaginado lo real y vivido, lo mirado y oído, lo descartado y conocido, lo omitido y perdido, quizá sea sólo entonces cuando pueda uno empezar a contárselo  y a creérselo.”

No da miedo por la muerte ni por su supuesta soledad o abandono, sino por los vivos, que deberán reconstruir más tarde esas horas ya inservibles o anuladas tal como se sucedieron –aún más sobrantes y lentas en el recuerdo–, en las que ignoraban que había cambiado su mundo y que por ello fueron atravesadas deforma anodina e indiferente, o puede que con alegría ahora impropia, o acaso hablando mal del muerto. «Apaga la luz y luego apaga la luz»: tal vez por eso, para que se haga del todo cierto, haya que decirlo dos veces.”

 

Li. Lo.