“Había llegado el momento de ser valiente. De andar solo. Esperaría allí un minuto más, con la pesada maleta en la mano, y luego respiraría hondo y daría el primer paso; el primer paso camino a una nueva vida, el primer paso… camino al paraíso”.
En una versión alternativa de la América de 1893, Nueva York forma parte de los Estados Libres, donde el matrimonio homosexual está permitido, David Bingham, un muchacho de familia distinguida se debate entre casarse con un pretendiente elegido por su abuelo o irse con un profesor de música con pocos recursos de quien está enamorado.
Al comienzo de la segunda parte del libro podría surgir cierta confusión (me pasó), ya que Hanya Yanagihara usa de nuevo personajes con el mismo nombre. Intentas crear vínculos entre la primera y segunda parte, pero según avanzas, te das cuenta de que se trata de personajes totalmente diferentes. La autora genera un rompecabezas con los diferentes personajes del libro.
En un Manhattan de 1993, otra vez aparece el nombre de David Bingham, pero esta vez es un joven hawaiano que está casado con un hombre, también llamado Charles, cuya edad e ingresos superan con creces los suyos, y a quien le oculta su infancia problemática y el destino de su padre. David lucha por adaptarse al estilo de vida de Charles, nos cuenta su humilde infancia vivida en Hawái y los motivos por los que viajará a los llamados Estados Libres, un subconjunto de Estados Unidos donde existe más libertad.
La
tercera y última parte del libro es la más extensa, y a mi parecer la más
intensa, la que más me ha gustado. Se sitúa también en Nueva York, pero esta
vez en el año 2093, otros cien años posteriores a los de la segunda parte. Se
trata de una distopía (bastante real si vemos lo que estamos viviendo
últimamente), ambientada en un mundo invadido por plagas y pandemias y
gobernado por un régimen estricto y totalitario.
Una
vez más tenemos personajes que comparten los mismos nombres, la historia es
contada alternativamente por Charles, un renombrado virólogo con raíces
hawaianas, y su nieta Charlie, que sufre las secuelas de una pandemia a la que
sobrevivió cuando era niña.
Nos
cuenta cómo ha ido evolucionando la sociedad hasta llegar a un mundo donde
incluso los alimentos y otros bienes están estrictamente racionados, así como
ciertos pensamientos y sentimientos.
Una reflexión sobre la soledad y el miedo al contagio, atacados por una plaga
tras otra en una Nueva York dividida en varias zonas, algunas de las cuales
tienen más acceso a recursos de agua y alimentos.
Las
historias a pesar de ser totalmente diferentes, tienen vínculos en común donde
se usan numerosos motivos recurrentes, como es la casa en Washington Square,
los nombres de los protagonistas, la historia de Hawai, temas como la soledad,
pérdida de seres queridos, la enfermedad y la libertad.
“Y
luego emprenderé el camino: no a casa de mi madre, sino a otro lugar, el mismo
al que espero que hayas llegado tú, y no me detendré, no necesitaré descansar,
no hasta que llegue y haya recorrido todo el camino hasta ti, todo el camino al
paraíso.”
Li.Lo